Miedo y Pánico

  • 15 noviembre, 2019

¿Has sentido alguna vez el miedo? Estoy segura que la respuesta es sí y que te vienen muchos recuerdos a la cabeza.

El miedo es una emoción básica del ser humano. Básica y adaptativa. Te lo remarco en negrita porque esto es un punto muy importante. Sin él no hubiéramos evolucionado como especie, imagina a nuestros lejanos antepasados sin sentir ni una pizca de miedo ante los peligros que les rodeaban ¿estaríamos alguno de nosotros aquí hoy?.

Y ésta es la función del miedo: avisarte del peligro para protegerte. Piensa en todo los cambios fisiológicos que notas cuando tienes miedo: tu cuerpo se pone alerta, observando todo, tu respiración y tu ritmo cardíaco se aceleran, sudas ….en unos pocos segundos tu cuerpo se prepara para hacer frente a ese peligro, para  luchar o huir. Es una reacción rapidísima y… ¡agradece esta rapidez! puesto que si estás a punto de ser atropellado por un camión querrás ir al grano y salir corriendo lo más rápido posible y no gastar  preciados segundos en evaluar los detalles.

Así es como durante toda nuestra larguísima evolución como especie, el miedo nos ha mantenido a salvo.

Es cierto que las circunstancias en nuestra época actual han cambiado y que por suerte, las situaciones en las que nuestra vida está en peligro han disminuido, pero la reacción del miedo sigue actuando igual en cuanto nuestra mente pone la etiqueta de “peligro” a una determinada situación (ojo y miedo ya no es sólo ser devorado por un león…aparecen otros miedos: miedo a tomar decisiones, al fracaso, a no ser aceptado…etc)

Y, ¿qué es el pánico?  es el miedo experimentado a la máxima potencia. Cuando el miedo supera cierta intensidad puede pasar de ser un recurso útil a un límite que termina construyendo una jaula.

Cuando uno está teniendo un ataque de pánico siente que puede estar perdiendo el control y volviéndose loco, sufre un intenso miedo a morir… los síntomas físicos se disparan y nuestra cabeza y nuestros pensamientos centrifugan a 1000 revoluciones.

Esta horrible experiencia deja una huella en las personas: el miedo a que vuelva a ocurrir. Ahí se crea un buen problema: miedo al miedo y las personas empiezan a teñir su vida de un intenso sufrimiento.

En el intento de paliar este sufrir, con las mejores intenciones, comenzamos a poner  en marcha diferentes soluciones que si no están consiguiendo acabar con el problema, siento decirte que terminan agravándolo.

Si sientes que tu vida está controlada por el pánico no dudes en acudir a terapia, recuerda que como escribía William Shakespeare “No hay noche, por larga que sea, que no encuentre el día”.

Laura Cuadrado Ortega

Psicóloga General Sanitaria. Terapia Estratégica

Deja una respuesta